El frío
corroe mis huesos. Estoy tirado aquí, solo, y no veo la salvación por ninguna
parte. Atrapado entre un cielo negro y un asfalto gris, veo pasar las horas sin
dejar de llorar. Lágrimas acidas que queman mi piel y cavan hondos túneles que
conducen a mi cerebro, derretido y aplastado por una sociedad enferma, un mundo
que me ha dejado de lado, que no me ha permitido ser quien verdaderamente soy.
Me han vendado los ojos, me han atado de pies y manos, me han rapado al cero y
me han puesto una pistola en la boca. El “clic” del gatillo está a punto de
inaugurar la fiesta. Solo falta un dedo que lo apriete. Así que no temas.
Acércate. Despacio. Con calma. Coge la pistola. Y dispara.
Bienvenido a la estrella fundida.
Bienvenido a la estrella fundida.