En descomposición
Aquí están otra vez estos dos capullos. Cuchillo
en mano y cien balas volando. Brus tiene las gafas rotas, un ojo morado y le
han arrancado media piñata a base de ostias bien dadas. A Pelayo le han rapado al cero, le han robado la
ropa y anda en pelotas buscando monedas por el suelo.
-
¿Qué más puede pasar, Brus, tío?
-
Nada más, Pelayo, por favor.
-
Una puta tormenta invernal que nos arrastre. Es lo único que falta.
- Malvenidos, de nuevo, a la estrella fundida
El asfalto me quema en la lengua
Tengo miedo a que las gotas caigan sobre
mí
y mis huesos se rompan.
Miedo al asco y asco al miedo.
Hambre.
La tripa escocida.
Me duele el pecho de tanto respirar.
Sí, amigos: hay dolor.
La pena es que el viento lo arrastre todo
y al final no me quede ni si quiera una
pared
en la que clavar mi firma, para que así
podáis,
amigos
y enemigos,
recordarme.
Penumbra
Me encuentro en la penumbra. No
puedo recordar tu cara. En mi cabeza sólo suenan los ecos de ayer. Dijiste que contra
viento y marea estaríamos juntos. Que pese a todo estaríamos en la
estrella. La estrella de la muerte.
Las
lágrimas brotan de mis ojos. Te añoran. ¿Por qué? No hago más que plantearme el
porqué de todo. Cuento los días que llevo solo. Oyendo disparos de
desconocidos. Cuento los días que me quedan para morir. Sólo sé que cada día
que pasa es un día menos hasta mi muerte. Ya no me queda nada. He hecho todo lo
que tenía que hacer . Sólo espero que llegue mi muerte.
La verdad es una mentira mal contada
Puta
basura. Toda la mierda junta apilándose y ningunas ganas de recogerla. Poner un
poco de orden. Barrer la puta casa y sentarse en el tejado a fumarnos un peta.
Y fliparlo con las nubes. Y el viento en contra limpiándonos la cara. Y el pelo
atrás; los ojos descubiertos al fin. Lanzar las gafas de sol al vacío y poder
ver CLARAMENTE.
Suicidio
Las palomas me han hecho sentir la
revelación que llevaba tiempo buscando. Soy dueño de mi vida, y por tanto dueño
de mi muerte. Yo debo decidir el Gran Momento. Tan fuerte y lento.
Pelayo, ¿dónde estás? Me encuentro subido en una silla invisible, en una cueva donde no caben más sombras, inundada de recuerdos que me ahogan. La soga me aprieta la garganta. Mis ojos quieren independizarse. A los que quise enseñar no me entendían. No era yo la boca para esos oídos. Ven y sálvame de la desesperación. Cógeme en brazos y llévame al Sol, sálvame de este pesar.
Pelayo, ¿dónde estás? Me encuentro subido en una silla invisible, en una cueva donde no caben más sombras, inundada de recuerdos que me ahogan. La soga me aprieta la garganta. Mis ojos quieren independizarse. A los que quise enseñar no me entendían. No era yo la boca para esos oídos. Ven y sálvame de la desesperación. Cógeme en brazos y llévame al Sol, sálvame de este pesar.
Qué pena tan honda en el alma
siento, y se me ocurren dos salidas, y ninguna tiene buen final
Flema
¿Dónde
está ahora todo aquel tiempo, eh? Todo aquello que dedicamos a sembrar, y lo
poco que invertimos en recoger. Esos capullos que nos pisaron la cosecha y nos
escupieron a la cara. Sus sucias lenguas creando flema. Nuestras limpias caras,
buenas, bonitas, afeitadas. Los piños blancos como la nieve. Las pupilas como
la luna negra y los bastoncillos en las orejas acabando con la carroña. Ni un
solo puto cambio. Mierda nueva sobre el mismo suelo de siempre.
Sale el Sol
Mis oídos chirrian. Intenté
enseñarte. Intenté quererte como nadie y no me planteé si tú me querías. No me
arrepiento de nada. Sólo me das lástima. Espero que algún día tú vuelvas a mi,
porque yo ya me he ido. Yo ya no estoy. Sólo te quedan los recuerdos de
nuestros abrazos rotos. Yo sigo queriéndote, sigo riéndome; pero por dentro,
todo por dentro.
Empieza
a salir el sol, y creo que debería salir a ver qué se cuece, a tomar el color
que perdí cuando te sentía cerca.
Humanidad
Me
siento malo a veces.
Me
importa una mierda el mundo.
Me
miro al ombligo y UY, encuentro un pelo nuevo.
Y
ahí fuera, mientras tanto, se les caen las pelotas al suelo.
Y yo
aquí, sentado en la cama, con mi camiseta del Che Guevara.
Qué
rojo soy, qué revolucionario.
Y ni
siquiera soy capaz de salir de la habitación para bajar a por tabaco.
El
esfuerzo de lavarse la cara
y
quitarse las gafas
y
mirar directamente al sol
es
DEMASIADO para este joven
“revolucionario”.
Luego
cierro el ordenador,
me
tumbo sobre el edredón
y la
luz se apaga.
No
la apago yo.
Ella
decide cuando debo,
y
cuando no debo,
abrir
los ojos.
A: Dios a Platón
He
visto la luz. He abierto lo ojos. He entrado de nuevo a mi cueva y sacado mis
pertenencias. He llenado mi petate de antiguos recuerdos: Nuestra foto de
aquella noche blanca, la soga que me ahogaría, un condón usado, la bombilla
fundida.
Ahora,
vuelvo a ser persona, más persona que nunca. Voy solo, pero contigo de la mano.
Siento los recuerdos bajo la luna, y parto lejos de la cueva a vivir MI vida,
la vida que tanto dediqué a los demás. Ahora empieza MI momento.
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