CAPÍTULO 4: La ciudad de la vaca multicolor.

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Te ignoraba pensando que los palos no los daría la vida. Pretendías demostrarme lo bonito que es equivocarse. Estoy harto de centrarme en el pasado, de no saber ver el futuro. Cada vez que pienso algo, mi subconsciente lo rebate con el eco de ese mismo pensamiento. Busco la luz que me lleva al pueblo de colores. Busco vagar por países desconocidos buscando la respuesta que no encontraré nunca. Me estoy buscando, y no me encuentro.

Ando perdido, por un bosque aislado, donde los árboles flotan en el aire, donde las personas no tienen piernas, donde el camino está borroso, donde el aire ahoga.

Un coche sin caja de cambios. Una casa, sin cocina. Un paisaje sin cielo. Un árbol sin tronco. Una cara sin sonrisa. Una vida sin amor.

Bienvenidos a la estrella fundida.

En el camino.

"Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos, como he estado haciendo toda mi vida, mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas."


Jack Kerouac.

CAPÍTULO 3: El Maleficio de la Mariposa.

Adaptación de Arturo Mombiedro, conservando la mayor parte de versos originales. Con la participación especial de Noelia Cañas.

NARRADOR:

Señores: La comedia que vais a escuchar es humilde e inquietante, comedia rota del que quiere arañar a la luna y se araña su corazón. Hoy, imágono presenta "El maleficio de la mariposa" de Federico García Lorca, adaptada para "La estrella fundida". Saben, el amor, lo mismo que pasa con sus burlas y fracasos por la vida del hombre, pasa en esta ocasión por una escondida pradera. El día en que un joven de la aldea descifró con dificultad los enigmas de las estrellas, la muerte se disfrazó de amor y el enamorado bichito, se murió. Un viejo silfo del bosque escapado de un libro del gran Shakespeare me preguntó un día que ¿Por qué nos causan repugnancia algunos insectos limpios y brillantes que se mueven graciosamente entre las hierbas? ¿Y por qué a nosotros los hombres, llenos de pecados y de vicios incurables, nos inspiran asco los buenos gusanos que se pasean tranquilamente por la pradera y tomando el sol en la mañana tibia? ¿Qué motivo tenemos para despreciar lo ínfimo de la Naturaleza? Mientras que no améis profundamente a la piedra y al gusano no entraréis en el reino de Dios. Y nada más dijo el viejo Silfo del Bosque.

Que suba el telón de "la estrella fundida"