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lunes, 7 de noviembre de 2011

CAPÍTULO 1: La recta imposible.

ACTO PRIMERO: HELP AND LIGHT

-          ¿Hola?
-          Hello.
-          Bonjour.
-          ¿Podéis ayudarme?
-          Je ne sais pas.
-          ¿Alguien me dice dónde estamos?
-          ¿Qué ves?
-          Veo... una luz brillar.
-          ¿Y qué más ves?
-          Veo... veo que esa luz parpadea. Quiero tocarla.
-          Acércate. Es una estrella.
-          ¿Es una estrella muerta?
-          No está muerta. Está fundida.
-          ¿Por qué?
-          Averígualo.
-          ¿Cómo?
-          Acércate. Bienvenido a la estrella fundida.


ACTO SEGUNDO: SONREÍR DE RISA ROSA Y LLORAR DE TRISTE, ¿VISTE?

Me miré las piernas y vi que se desprendían de mí, que marchaban andando sin rumbo fijo, pero que se iban, ídem que mis brazos que gozaban de la libertad que mi tronco nunca les permitió. Mi tronco, indefenso y desnudo, optó por desintegrarse en varios millones de gotas de agua que una por una tocaban el cálido suelo del incierto y loable lugar.

Ahí me quedé yo, sólo con mi cabeza, notando cómo se me empezaban a desprender las orejas, sedientas de oír lo que a ellas les importase y no lo que yo quería. Ahí me quedé yo, sintiendo cómo mi boca hacía ademán de marcharse a hablar de cosas que realmente interesaran a alguien. Ahí me quedé yo, sin darme cuenta de que ya no tenía ni ojos ni nariz con los que exprimir mis sentidos. Pero sigo siendo yo sin tenerme a mí. No entiendo. ¿Qué somos?


ACTO TERCERO: LOS TRISTES DESTINOS

A veces me da por mirar las estrellas fundidas. A veces me da por besar el suelo donde tú escupes. A veces me da por ponerme romántico. Pero no me malinterpretes. Sólo a veces.

Viajo en tren a diario. Veo cada día las tristes caras del mundo sentadas en los tristes asientos de tristes trenes que se deslizan por los tristes raíles de la vida. Cada vida una triste película, una triste comedia con un triste final feliz.

Luego me bajo del tren. Pero ellos, algunos de ellos, se quedan, y continúan deslizándose por esos tristes raíles... hacia sus tristes destinos.


ACTO CUARTO: CEMENTO SECO

No es gracioso ver cómo se van a pique tus sueños. Se desvanecen poco a poco tus ideales y dejas de intentar lo que antaño querías lograr de todas las formas habidas y por haber.

Empiezas a ver las cosas como son; te das cuenta de que la realidad es triste y gris y no te queda otra que adaptarte al mundo, perderte entre el gentío, seguirles la corriente, esconderte, pasar desapercibido... sonreír.

Este es el tramo más perfecto de una recta interminable que termina donde tú empiezas. Más allá sólo viento, paisaje desolado, edificios ardiendo, corazones incendiados apurando sus últimos latidos.


ACTO QUINTO: SUSURROS DE OTOÑO

Me desperté de un sueño que no recordaba haber soñado. Es algo inusual despertarse en una bañera de cerámica blanca en mitad de un desierto con altas temperaturas de mediodía, y sentir que te tirite el cuerpo porque está todo helado. Miro a un cactus. Se está derritiendo ante mí, a la vez que a la lagartija que tiene al lado le hierve la sangre. No noto, no siento lo que sienten los demás. Me hallo perdido. Noto que no encajo en mitad de ningún sitio.

No estoy preocupado, prefiero sentarme y esperar. Espero una estrella que sienta el cálido frescor que noto por mi piel desnuda. Espero que esa estrella me lleve a ti, que me observas dando tumbos en tu hamaca, mientras me mata el mismo sol que a ti te alumbra.


ACTO SEXTO: HATE AND LOVE

-          Odio el amor. Me repugna. Cuando los veo pasear, juntitos de la mano, se me revuelve el estómago. Me dan arcadas. Escupo. No quiero corazones, ni sonrisas, ni nada por el estilo. La alegría me entristece. Me rompe el alma. Y es entonces cuando siento al odio escalar por mi garganta, clavándome las uñas, tratando de salir. Y grito. Maldigo. Desparramo mi odio por doquier y me enfrento a la belleza, a lo sensible, a lo bonito, a lo bello. Al crepúsculo, a las flores, a los besos, a los bebés, a los dioses, a lo correcto. A la bondad, a la humildad. A la vida.

-          Estoy enamorado. La quiero de verdad. No es coña. Han pasado ya una cantidad considerable de mujeres por mi vida. Me han gustado. He follado con ellas. He sido feliz. A algunas incluso las he querido. Un poco. Pero ahora es diferente. Ahora la quiero de verdad. Veo paisajes verdes y corazones rojos y se me llena el alma de vida, amo el mundo, quiero a la gente, soy feliz. Ella me quiere, yo la quiero, nos queremos. Amo el amor.

-          Mierda. Joder. Ahí están otra vez esos dos gilipollas. Un día tras otro pasan frente a mi ventana cogidos de la mano, sonrientes. El viento en su pelo, los ojos encendidos. Parece que hayan visto a Dios. Salgo a la calle y no quiero saber nada de nadie. El mundo es un bucle de mierda que se desploma sobre mi espalda y me aplasta. Entro en el bar. Pido una cerveza. Dos. Tres. Anochece. El amor vuelve a casa. Yo me quedo aquí.

-          Suena el teléfono. Es ella. Que si vamos a comer. Que si la paso a recoger. Le digo que sí. Que se prepare. Que en dos horas estoy allí. Me ducho. Me visto. Cojo el coche. Llamo al timbre. Ella sale. Cierra la puerta con llave. Dos vueltas. Sube al coche. La beso. Me besa. Nos besamos.

-          Son las 4 de la mañana. Meto la llave en la cerradura y entro en casa. Vomito en el fregadero. Me quito los zapatos, meo la tapa del váter, me meto en la cama. Me arranco el corazón una vez más y duermo. Y mañana, si amanecemos, ya veremos lo que haremos.

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