Todos los lunes a las 17.30h. en Imagono.net

lunes, 21 de noviembre de 2011

CAPÍTULO 3: El humo de mis entrañas.

ACTO PRIMERO: ENTRY

Estrellas en fundición. Hambre de lengua. Sillas de agua. Camas de aire. Peleas callejeras. Tiempo agotado. Naturalezas muertas. Sombras de sol. Alegre tristeza. Cuerpos ardiendo. Ropa desnuda. Edificios vacíos. Habitaciones abandonadas. Fuego en las venas. Derrotas vencidas. Aplausos muertos. Risas enlatadas. Vicios privados. Aire contaminado. Sangre coagulada. Humo. Solo humo. Bienvenido a la estrella fundida.


ACTO SEGUNDO: YA NO

Ya no queda humo que salga de este cigarrillo que acaricia mis labios. El humo del mar se quedó fundido. Quiero abrazar tu sombra, sentirte junto a mí. Pero tan solo consigo abrazar el humo que desprenden tus poros, ansiosos de gritar con pasión y odio: LIBERTAD.

ACTO TERCERO: LAS REGLAS DEL JUEGO

Santo es aquel que sigue el libro al pie de la letra. Las normas, todas y cada una de las reglas. Línea por línea, palabra por palabra, letra por letra. Acento por acento. Los semáforos en rojo, las drogas, las blasfemias o el sexo sin amor son muros infranqueables para ellos. Son hijos de Dios. Benditos. Santos. Bla, bla, bla.

ACTO CUARTO: HAIMA

Fue un roce de miradas, un instante, nada más. Nuestras miradas se sintieron acariciadas por la cálida música del lugar en que nos encontrábamos. Entré al baño, apenas un metro cuadrado de un alicatado oscuro y espantoso que me dejaba ver con claridad una ventana que mostraba el agobio, una enredadera que intentaba entrar al baño, conmigo, como ella, que quería estar también junto a mí. Mire hacia arriba y vi que la enredadera había entrado al baño. Me miraba. Formaba parte de mí. Era humo. No lo sientes, pero está ahí.

ACTO QUINTO: EL TIEMPO DEL CUENTAGOTAS


Vamos a acabar con todo. Tú y yo. Juntos. Nos cogeremos de la mano y saltaremos por la ventana. Nuestras cabezas se aplastarán contra el asfato. Nuestra sangre, nuestros sesos, se unirán. La gente gritará, vendrá la ambulancia, nos recogerán. Se desharán de nuestros cuerpos. Nuestras familias llorarán, se arrepentirán de no habernos querido más, se darán el pésame los unos a los otros. Pero NADA servirá de NADA. Nosotros subiremos. Ascenderemos como el humo. Tocaremos el cielo. Tú me sonreirás. Yo te besaré. Nuestros sesos colgando, nuestro cerebro destruido. Haremos el amor untados en sangre. Nos correremos juntos y le desearemos la muerte a todo el mundo. Porque, al final, NADA servirá de NADA.

ACTO SEXTO: MUERTE PREMATURA

Doy una calada. El humo asola mis pulmones. Las paredes, amarillentas, sin brillo, me miran. Me preguntan qué es lo que estoy haciendo, qué es lo que pretendo hacer con mi puta vida. Les digo que no lo sé. Que nunca lo he sabido. Y que espero no saberlo jamás.

ACTO SÉPTIMO: SI DISPARAS, DISPARO

¿Estamos llenos de sentimientos? ¿Con quién nos comparan? ¿Qué comparación merecemos nosotros? Si nos limitamos a ser nosotros, no somos nosotros, sino ELLOS. ¿Quién apaga cigarrillos en mi mente?

En toda carretera hay una curva, una recta, un arcén y una cuneta. Hoy estoy en la recta. Mañana tal vez en la curva. Pasado quizá en el arcén. El caso es que al final, quiera o no, la cuneta va a estar ahí, esperándome.


ACTO OCTAVO: EL ASCENSOR

Los latidos de tu corazón bombean los látigos del idílico demiurgo que me observa pensante desde la ventana de enfrente.
Apilando libros que se convierten en lapidas, me lanza miradas que me desatornillan los ojos, que creía tener pegados a la cabeza. Los ojos se me caen. Las lapidas forman ahora parte del hondo hueco donde reposa tu corazón, muerto, que ya no bombea los látigos del demiurgo, que ya no apila lapidas ni me observa, porque de tu corazón no se desprende más que el humo que un día quisiste aspirar, cuando en realidad era él quien te aspiraba a ti, demacrándote y cavando, poco a poco, tu tumba.

ACTO NOVENO: EL OJO DESNUDO 

No estoy sentado aquí, delante tuyo, porque sí. Hay razones para todo. Incluso para esto. Estoy aquí, frente a ti, por algo. Quiero hacerte ver que, aunque yo esté sentado y tú estés de pie, tu corazón no late más alto que el mío, ni tus pies pisan con más fuerza, ni tu vida merece más la pena que la mía. Así que siéntate, deja de mirarme por encima del hombro y fíjate en mis ojos. Ellos nunca mienten.

ACTO DÉCIMO: ESO, ES AMOR

El nació de una papelera, donde se juntaron un condón y una compresa usada. De esta forma tan repugnante nació este punzante necio. Ahora le ves como vaguea vagando por inciertos infiernos, procurando atender a cada llamarada de las llamadas de las llamas, que pastan inertes a lo que el inherente e inhabitado habitante les hará ver. En un repentino instante decide formar parte de la nada y esfumarse como el humo, disuelto en millones de micropartículas ínfimas que no podrían ser percibidas ni tan siquiera por el percebe que tenía el microscopio y que pretendía observar todo con una minuciosa y milimétrica perfección. Ya nada queda. ¿Amas llenar la cama de llamas?

ACTO UNDÉCIMO: EXIT

Hay un agujero en el techo. A través de él vemos una luz. Solo una. La casa arde mientras tú y yo follamos en el sofá. Esa única luz es la que nos mantiene con vida. Nuestros cuerpos ardientes ARDEN, se queman, se deshacen. Nuestra piel, derretida, se funde como la cera. Somos UNO. Somos el amor, el odio, el placer. Somos la ceniza, los restos, el asco. Somos droga, somos sexo, somos semen, somos flujo. Esa luz, tú, yo, la casa, el fuego. Las cinco puntas de esta estrella. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario