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lunes, 23 de enero de 2012

CAPÍTULO 9: Ciudades Desiertas.

ACTO PRIMERO: Buenos días, Madrid.

Ciudadanos sin destino. Perdidos en la multitud. Gentío. Agobios. Compras. Silencio, sobre todo silencio. Disfrutas de una ciudad devastada. El eco de tu interior te muestra el camino.

Calor. Agobio. Tráfico. Contaminación. Estrés.

Los aires deshumanizantes de ésta gran ciudad me vuelven cada día más humano.

Bienvenidos a la estrella fundida.


ACTO SEGUNDO: Marcado por cuerdas.

Pienso en dejarlo todo. Salir corriendo, huir. Tú hiciste lo mismo. Necesito un tiempo, desconectar, pensar. Quiero volver a sentir la soledad.


ACTO TERCERO: Je t'aime.

Se cristaliza el oxígeno de mis entrañas. Oigo los ecos de ayer. Cojo la cerveza. Le pego un gran trago. Las chispas de tu mirada inundan la habitación. Mi estómago se convierte en una carraca que se retuerce, ahogándome. Quiere luchar pero no encuentra motivos. Lo acaricias, apuñalando donde más me duele. Me dices que algo con motivos para llorar me debe pasar para que me de cuenta de que me quieres. Tú y tantos. Vacías mis venas, la sangre me ahoga, mientras te despides dándome un beso. Un último beso. Yazgo en el suelo, rendido. Desde el fondo, recuerdas mi mirada seis años atrás, en un aula semejante. Te miro con mis ojos, inundados en sangre y sudor, y  a pesar de todo de mis labios sólo sale "te quiero". Como plasmado en un cómic me quedo esperando una respuesta, pero sólo obtengo una figura cristalina que procede de mi sangre, donde puedo leer en el  francés que me enseñaste "Je t'aime".


ACTO CUARTO: Tú lo sabes, y yo lo sé.

yo también escribí una canción de amor
mientras escupía flores por la boca

yo también supe que se me acababa el tiempo
mientras derramaba lágrimas de cristal

yo también escupí al viento mi propia sangre
mientras me apuñalaban por la espalda

yo también grité tu nombre entre la gente
mientras mi corazón se hacía pedazos


ACTO QUINTO: Vuela.

Has volado. Has sido libre. Ve al infinito, donde te esperan tus recuerdos. ¡Malditos sean aquellos que se burlan de los justos, y algún día los justos se vengarán! La mar está ya en calma. Las campanas repican, esperando ser oídas por algún inútil que deba ir en su búsqueda. Tú, continúa hacia el país sin habitantes, donde sólo se oyen las ambulancias de quienes fueron felices por un tiempo. Aunque tú no necesites cariño para vivir, yo lo anhelo cada día, esperando que de tus brazos salga un fulgurante abrazo. Pero te has fundido, y vuelas... Me sonríes en la distancia.


ACTO SEXTO: Agua y aceite.

Besando el suelo cual afgano apuntado por un arma. Me tiemblan las piernas y se cuela por mis poros un asqueroso olor a desesperación e inmundicia. No hay nada que no haya dicho antes. No tengo ni una palabra con la que despedirme del mundo. El viento se entrecorta y OH, sé que este será el poema final. La furia consumida del último aliento. Mi ángel de la guarda se enciende un último canuto mientras se parte el culo de mí. Se desmorona el último edificio y nuestro río se desborda, arrastrando los últimos escombros. Solo tus marcas en mi piel permanecen, ellas me agarran de la mano y tiran de mí para separarme del suelo. El tío de la guadaña se aleja y entonces sonrío y aprieto tu mano. Sé que estás aquí. Conmigo. Y, joder, ¿qué quieres que te diga? Con eso me vale. Es suficiente.


ACTO SÉPTIMO: La búsqueda.

nunca busques una razón porque
seguramente
acabarás perdiendo
la tuya


ACTO OCTAVO: INRI.

Asistimos a tu entierro. Ya no estás con nosotros. Los cuervos lloran tu ausencia. Espero recordarte, porque el iglú se derrite, llorando tu falta. Ya no estás. La nieve se derrite, intentando llegar a ti. Los féretros esperaban tu compañía. Siempre te querremos.


ACTO NOVENO: Levántate.

nunca le beses
por nada del mundo
los pies a nadie

nunca

nunca se te ocurra
doblar su espalda
ante nadie

para nada

por nada

nunca

y si
por cualquier casual
te ves en la obligación de hacerlo
por lo menos
deja a tu orgullo
en pie


ACTO DÉCIMO: Tejidos rotos.

Los sofás tienen estampados con estampados de sillones que tienen estampados tu final. Permanezco sentado, con el cigarro que quema los recuerdos pasados. La ceniza cae en la moqueta, oyéndose los gritos de los ahogados, que sentía antes a mi lado. Sale humo. Todo empieza a arder. Aquí sigo, esperándote, mientras el fuego me come. 


ACTO UNDÉCIMO: S.O.S.

Estimado Señor Tiempo,

No tengo ni tiempo ni ganas de aguantarte. Sé que eres eterno, que toda mi vida para ti es solo un segundo, que las interminables guerras y los consiguientes llantos de las mujeres viudas son para ti solo un minuto, y que nuestro mundo, nuestro odio, nuestro amor y nuestra muerte son para ti solo un día más de la semana, triste y solitario, como un domingo de resaca tumbado en la cama, mirando el techo, preguntándonos quiénes somos y si realmente mereció la pena agacharnos, para arrancar la maleza que nos entorpecía el camino. Por eso te digo ahora que solo busco un cuchillo afilado y un lugar donde caerme muerto. Un último beso que me destroce el corazón, un último amor de papel, una última mirada de complicidad, y una última luz que alumbre mi cara. Y luego solo eso: Silencio, Oscuridad y Soltura.


ACTO DUODÉCIMO: De punta en blanco.

Zapatos de vestir. Pantalón oscuro. Cinturón elegante. Calzoncillos con esmoquin. Camiseta. Cazadora. Boca limpia. Sonrisa en la mirada. No dejes de observar cómo los demás se comen el mundo mientras tú desayunas universos. Desciende tu nuevo hogar. Madera, nada más. Descansa bajo tierra.

Adios, Estrella.

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